Los arrimaderos de azulejos, los que nosotros llamamos zócalos, tuvieron una gran difusión en la arquitectura de finales del siglo XIX y principios del XX, pero tuvieron un espectacular auge en los años 20, con la vuelta de los regionalismos y "noucentisme" catalán a la arquitectura.
Cartagena se revistió de azulejos en calles, paseos, jardines, patios, portales de entrada, escaleras de edificios, etc. El azulejo estaba considerado como "ideal" por su superficie resistente y fácilmente limpiable, lo que le confería un carácter higiénico muy solicitado en esa época. Si a esto le sumamos que por sí solos sirven de decoración permanente, el éxito estaba asegurado.
En los arrimaderos se solían colocar azulejos que se producían en serie, y los almacenes de la ciudad distribuían azulejos de las principales casas nacionales, sobre todo de Castellón, Valencia y Sevilla, aunque también encontramos algunos excepcionales de Barcelona.
Por desgracia, el desconocimiento de su valor patrimonial ha hecho que sean eliminados en muchísimos casos, a veces por no saber realizar una buena restauración, o simplemente por no mirar más allá del gusto estético.
El azulejo que muestro es un modelo que estuvo en varias viviendas en Cartagena y que actualmente han desparecido en todas menos en el Parque de Artillería, de donde ha sido esta fotografía.
(C) JARM
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