Esta semana he colgado en mi página de fotografías de Facebook (las fotos de jarm) una fotografía, que no había colgado todavía, de las miles que hice en su momento cuando subí al Castillo de la Atalaya.
Me acuerdo perfectamente cuando la hice. Acababa de estrenar mi flamante Nikon D80 y era el rey de la fotografía digital, disparaba a todo lo que se movía. Había estado unos años sin disfrutar de las sensaciones de una reflex por los cambios que todos tuvimos que sufrir entre analógico y digital. Yo estaba más contento que unas castañuelas con mi antigua reflex analógica Nikon F50 y que tantas alegrías me había dado después de llevar unos cuantos años con copactas de bajo precio. El paso al digital era económicamente impensable para las reflex, así que pasé al digital de nuevo con compactas, con la consiguiente pérdida de calidad y de opciones manuales... vamos, que adiós a la creatividad.
Finalmente las reflex bajaron de precio (no tanto) y me hice con la D80. Evidentemente después de tanto tiempo, el número de fotos que hice por minuto durante los primeros días fue impresionante. He hice todas las pruebas y fotografías posibles y en poco tiempo quise recuperar el tiempo perdido.
Una de las cosas que enseguida quise hacer era panorámicas de buena calidad, así como nocturnas que con la compacta era mejor ni intentarlo. En aquellos años éramos todavía pocos (en comparación con los precios de ahora) los que utilizábamos reflex digitales, y menos aún los que las colgábamos en internet.
El otro día recuperé una de ellas y al editarla me acordé de aquellos buenos ratos que pasé en mis inicios de las reflex digitales, y los mejores que pasé en foros compartiendo las fotos.
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